De la experiencia en las aulas del Colegio San José Obrero y del prototipado a escala natural en nuestro taller, llegamos a la fase de implementación de estos posibles paisajes lumínicos en la casona que el pintor Murillo utilizó como taller en su última fase de producción.
Dada la singularidad del edificio, protegido en su materialidad, se nos plantea la dificultad de colgar nuestros objetos de una estructura independiente, de manera que no se intervenga en la propia casona. De esta estructura, hecha ex-profeso para esta exposición, colgarán las mantas, y de ellas las plantas. Diseñar la estructura nos permite reflexionar sobre los claroscuros en la obra del pintor, concluyendo que esta debe permanecer oculta en la sombra y distante en la geometría de las lámparas, para reforzar aún más esa sensación de nube flotante que buscamos.
La manta, con todos los elementos integrados en ella (iluminación, alimentación a las plantas-agua gelificada y abono, riego) cubre mágicamente un espacio de paso de la última sala y deja caer las plantas, últimas protagonistas de la propuesta, hacia el espacio expositivo como un pequeño bosque invertido. La luz que emana esconde efectivamente la estructura por contraste y cobija a los visitantes, produciendo un pequeño extrañamiento y quizás algo de curiosidad.